Por Luis Gamboa
Los instrumentos musicales son una herramienta humana, los cuales basados en ondas, transmiten un orden de sonidos con un orden agradable para el oído humano. Transmitir sentimientos del usuario de esta herramienta, que se traducen en ondas sonoras, puede ser un agrado para los receptores.
Estos son sistemas complejos compuestos por una estructura y orden lógico y se ejecutan de distintas maneras, por ejemplo:
Instrumentos musicales de cuerda: por medio de una presión sostenida a unas cuerdas hechas de un material, metálico o nailon (o incluso más materiales especiales), generalmente sostienen un tono de sonido que con base en ritmo y escalas, producen música.
Instrumentos musicales de aire: estos funcionan con un sistema que lleva la presión ejercida con la boca, pasando aire comprimido al instrumento, a través de un circuito que lleva a un final de sonido sostenido.
Como los anteriores hay varios sistemas de herramientas musicales que tienen un mismo fin, transmitir un mensaje del músico, de manera general o especifica, a sus receptores u oyentes.
Uno de los problemas más comunes de aquellos quienes se enfrentan al aprendizaje de un instrumento, es el reconocimiento de su debilidad al momento de hacer uso de grupos pequeños de músculos, para ejecutar ciertos movimientos específicos. Dada la costumbre de realizar movimientos cotidianos haciendo uso de grupos de músculos mayores (caminar, aplaudir, escribir), resulta bastante difícil y frustrante lograr la estimulación de aquellos grupos pequeños, para el alcance de precisión y rapidez.
Esta insuficiencia humana de reacción hace que el proceso de entrada al mundo de la música, a través del aprendizaje del instrumento sea tedioso y aburrido en muchos casos, llevando así a que se desista fácilmente de dicho proceso.
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